Una mirada caleidoscópica del fenómeno turístico

Abstract

Si bien el fenómeno turístico es reconocido por sus múltiples aristas, como preámbulo a esta obra es pertinente hacer una revisión de aquellas características que llevan a plantear la idea de que su abordaje ofrece tantas variantes como las que proporciona una mirada a través de un caleidoscopio. Un marco posible para esta interpretación lo podemos encontrar en el campo de la complejidad, concepto que adquirió especial relevancia en la década de los ochenta del siglo pasado y que permite un acercamiento distinto a los fenómenos, dando cuenta de una intrincada trama –a la que nos remite la etimología de la palabra– y de todas las dinámicas, niveles y dimensiones que se ven implicadas a propósito de ésta (McDonald, 2009). Este libro ofrece al lector una revisión característica de los fenómenos complejos, pero antes es necesario aclarar que, de manera coloquial, se considera frecuentemente a lo complejo como sinónimo de lo complicado cuando en realidad tienen sentidos completamente diferentes ya que con este último se hace referencia a la alta dificultad que representa el buscar la comprensión de algo; mientras que hablar de complejidad implica un conjunto de características particulares que distinguen a los sistemas y fenómenos complejos, las cuales no dependen del ojo del observador, como sí sucede en el caso de lo complicado. Así, una persona podría considerar algo como complicado, mientras que otra no, ya que como se ha dicho, esta valoración se basa en las dificultades que presenta su comprensión, mientras que un sistema o un fenómeno se considera complejo independientemente de quien intente acceder a éste, aunque también es cierto que generalmente, lo complejo resulta complicado de comprender. Las características con las que un fenómeno debe contar para considerarse como complejo, se presentan a continuación, seguidas de la manera específica en la que éstas se pueden observar para el caso del turismo. Su composición se basa en la articulación de múltiples elementos en distintos niveles, organizados jerárquicamente. Reconocer al turismo como un fenómeno complejo implica considerar organizaciones jerárquicas, en las que, al igual que en todos los fenómenos y sistemas complejos, sus elementos se encuentran altamente articulados, no solo al interior de cada uno de los niveles, sino también entre cada uno de aquellos que lo conforman (Cilliers, 1998). En el fenómeno turístico, entre muchos otros componentes esenciales, tenemos a los destinos turísticos, concepto que resulta complicado definir claramente (Saraniemi y Kylänen, 2011), debido a que se pueden constituir como tales, localizaciones geográficas desde distintas escalas que van de lo local hasta lo regional o incluso, lo nacional (Framke, 2002). De igual forma, sucede con otros de los elementos como los servicios, los atractivos turísticos, los contextos, las rutas turísticas, la administración hotelera, el transporte, los restaurantes, las oficinas de turismo, entre muchos más, todos ellos, posibles de considerarse desde muy distintas escalas (Darbellay y Stock, 2012). Estos elementos interactúan entre sí, pudiéndose reconocer en estas interacciones patrones recursivos, cíclicos, no lineales y de corto alcance.